miércoles, 11 de marzo de 2009

Una Luz Silenciosa Se Asoma Por El Lake Tahoe Del No-Japón, En El Que No Hay Temporada De Patos Ni Mucho Menos Batallas En El Cielo...

Fernando Eimbcke sorprendió a muchos (incluyéndome) con su ópera prima "Temporada de Patos". Una película que trataba sobre muchas cosas y a la vez sobre absolutamente nada. El estilo minimalista de Eimbcke quedó marcado desde dicha película. Planos sobrios, edición muy ligera y hasta cierto punto plana, actuaciones sorpresivamente buenas, y un ritmo y tono muy efectivos, son elementos que nos recetó en su momento éste director.

En el 2004, cuando se exhibió el film, voces de gente importante en la cinematografía mexicana y mundial, como Del Toro y Cuarón, no dudaron en alabar la manufactura y narrativa de esta cinta. Poco tiempo después, la película confirmó su buen recibimiento por la comunidad cinematográfica nacional al llevarse 11 arieles incluyendo mejor película, dirección, guión, actor y actriz, entre otros.

Ahora nos llega su segunda, y personalmente anhelada, película: "Lake Tahoe". El film sigue el mismo camino ya trazado por su antecesora: minimalista; de ritmo lento; edición sencilla, nada rebuscada; y actuaciones decentes. Pero es imposible dejar de sentir cómo Eimbcke pretendió estirar todos los elementos de su estilo. Llevarlos más allá. Y ese "ir más allá" significa irremediablemente el hacerle guiños al cine del mexicano favorito de los franceses: Carlos Reygadas.

"Lake Tahoe" cuenta la historia de un joven quien al salir a pasear en el coche de su papá, choca. Toda la película narra las vivencias por las que pasa este joven para arreglar el coche sin que sus padres se enteren. Vivencias pintorescas por las que nunca hubiera pasado de no haber ocurrido el accidente. Y un accidente que deja de ser menos casualidad y mucho más una causalidad. Todo esto en una narrativa, como ya se dijo, menos Eimbckeniana y más Reygadesca.

Y es que, aunque Fernando Eimbcke haya desarrollado desde su primera película una historia en la que sus elementos se mezclan de manera básica pero coherente y efectiva, nunca dejaron lo "convencional". Nunca se sintió una película avant-garde. Es decir, su valor y originalidad estaban más en el fondo (temática muy íntima y cotidiana) que en la forma. Y de todas maneras, ni fondo ni forma, rayaban en lo vanguardista. "Lake Tahoe" intenta cuajar las mismas fortalezas en el fondo y ser cine de vanguardia en su formalismo. Ninguna de las dos cosas se logra.

"Lake Tahoe" es una película que intenta consagrar esos momentos cotidianos y "sin relevancia" en el imaginario del espectador de la misma manera que "Temporada de Patos" lo logró años atrás. El ritmo es lento porque así pasa la vida en un pueblo. También es lento porque en el interior del protagonista hay demonios por exorcizar. Y cuando los demonios te invaden las entrañas, la vida es todo, menos rápida.

Esta operación de personaje + contexto = ritmo lento, es la fórmula que le ha valido a Reygadas sus 3 largometrajes con presencia en Cannes. A esta mezcla se le agrega una variable que no sabría como incluirla matemáticamente (se aceptan tips por parte de ingenieros, economistas, o cualquier persona que se viaje con los números). Esta variable son los actores y su trabajo. En el cine de Reygadas las actuaciones son hasta cierto punto acartonadas, planas. Pero eso le da al espectador la oportunidad de no dejarse seducir por nada que pueda distraerlo del TODO. Eso mismo lo intenta Eimbcke en su película. Pero fracasa.

La belleza y extrañeza de los personajes de Reygadas recae en el hecho de que no son personas conocidas, o mejor dicho, son netamente no-actores. Eimbcke tiene como protagonista a Diego Cataño, moko, el protagonista de su ópera prima. Simplemente, esto rompe. Está forzando a un actor casi casi a no-actuar. Fracasa.

La película es interesante y tiene algunas fortalezas. Como en todas las obras, el mejor juez es el espectador, no ningún crítico mediocre ni mucho menos un blogger amateur. Sin embargo es imposible no reconocer esos guiños a otro cine que está más allá del bien y del mal. Y se quedan simplemente en eso: guiños.

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